Buscar este blog

martes, 31 de octubre de 2017

Un tranvía llamado vida (ahora en vídeo)



Hoy, amigas/amigos, tengo el placer de compartir con vosotros un vídeo que a mí personalmente me encanta. Es mi deseo que os guste y lo disfrutéis.
Gracias de antemano por visitar mi lar poético... Que tengáis un feliz Halloween !


sábado, 2 de septiembre de 2017

Anverso y reverso (vídeo)

En "entrada destacada" podréis leer la publicación original.
Mil gracias por la visita. Buen fin de semana !



martes, 25 de julio de 2017

Delicias... (vídeo)

Como ya empieza a hacerse costumbre, en "entrada destacada" podréis leer la publicación original. Gracias ! ♥


jueves, 8 de junio de 2017

Demasiadas horas... (vídeo)

Hoy, estimados bloggers, tengo el placer de daros a conocer uno de los poemas que figuran en mi nuevo poemario "Versos en la neblina". Es mi deseo que os guste y lo disfrutéis.
Un abrazo.

 

viernes, 19 de mayo de 2017

De suspiros (vídeo)

"De suspiros" es un poema que si bien sencillo goza de una  sensibilidad que trasciende el alma.
Es mi deseo que os guste y lo disfrutéis.
Afectuoso abrazo, amigas/amigos, que gocéis del fin de semana.
P. D. La publicación original podréis leerla en "entrada destacada".





 

jueves, 11 de mayo de 2017

Pintor de sueños (vídeo)

Estimados amigos y seguidores, compañeros de letras:
Como bien sabéis, todo cuanto comienza termina. De ahí que mi poemario "Bardo" haya llegado al final de su andadura, lo cual no significa que proceda a eliminar el blog. De ahora en adelante en el mismo iré insertando vídeos de los poemas que a lo largo de siete años he tenido el placer de compartir con vosotros. Asimismo comentaros que he creado otro blog que lleva por título "Versos en la neblina" (ver enlace en la "pestaña"), en el que si gustáis podréis leer mis nuevas composiciones poéticas.
Sin más que añadir, sólo me resta agradeceros vuestras visitas y comentarios: Mil gracias.
Cariños... Feliz jueves.












sábado, 22 de abril de 2017

La Sala de los Espejos (1ª parte)


El rey se debatía entre la vida y la muerte.

Posicionado a escasa distancia del suntuoso lecho en que agonizaba el monarca, el heredero al trono mostraba una profunda aflicción. Pero tras el consternado gesto se ocultaba una alegría salvaje. En absoluto sentía compasión alguna por el agonizante que yacía inerte: nunca se había preocupado por el hijo, harto necesitado del amor paterno. Miró de refilón a los presentes en la estancia. Aquella cohorte de cortesanos, que fingiendo dolor rodeaba al moribundo, no sólo le había despojado de las ilusiones propias de la niñez y de la adolescencia, sino que manipulándolo a capricho le había imbuido en el cerebro una serie de preceptos tan caducos como inapelables. En suma, entre todos habían hecho de su vida un infierno. Pero por fin había llegado el tan ambicionado día. Sólo debía mantener la farsa algunas horas más. Sintió que su ser clamaba venganza, y espeluznante en su cinismo pensó que por suerte la Parca no hacía distinciones entre un rey y un plebeyo.   

 Estaba fuera de toda duda que aquellos viles intrigantes, planeando regir en la sombra, darían por hecho que en lugar de ostentar la corona un soberano enérgico, la ostentaría un títere falto de carácter, al que podrían manejar a voluntad. Pues bien, pronto tendrían ocasión de saber cuán abortados serían sus planes. Cierto era que le habían robado la niñez y la adolescencia, pero no así la madurez. Una vez en posesión del trono, él, Harenh II, haría rodar cabezas. ¡Ay de aquéllos que osaran cuestionar sus decisiones! Prometiéndose un brillante futuro, acuciado por el deseo de saber qué le depararían los años venideros se dijo: “¿Por qué no saberlo con antelación? Si bien tiempo ha me prometí a mí mismo no volver a pisar La Sala de los Espejos, hoy por hoy estimo absurdo seguir fiel a una promesa tan pueril.” Esbozando una taimada sonrisa, que bien podría ser interpretada como una mueca de pesadumbre, al igual que cuando era niño abandonó de puntillas el ostentoso aposento.

Entusiasmado, recorrió las galerías que conducían a La Sala de los Espejos.

 © María José Rubiera
 


 

sábado, 15 de abril de 2017

El suspiro del alma (Ahora en vídeo)

"El suspiro del alma" fue publicado en este blog el 27 de abril de 2011.
 
A quienes apetezcan leer el poema en lugar de visionar el vídeo,
podrán leerlo en "Entrada Destacada".
 
 
Gracias por visitar mi lar poético.

lunes, 10 de abril de 2017

La trova del río

A la misteriosa dama
que llegado el atardecer
en mi lecho se relaja
y suplicios del querer
me confía atormentada.
 
(Yo, el río trovador)
 

Si tú me amaras, mujer,
de mis aguas prodigiosas
yo te daría a beber
bebedizos de las diosas
que amén de hacer tus delicias
te harían ser inmortal...
De mis fuentes cristalinas
yo te daría a libar
la Pócima del Olvido
que laboran las ondinas,
si al dueño de tu capricho
tú quisieras olvidar...
Si como te amo me amaras,
te obsequiaría el lucero
que en las diáfanas albadas
se precipita del cielo
para camelar mis aguas
y desposarse con ellas...
Te ofrendaría galaxias,
planetas, lunas, estrellas,
te concedería el sol
que en mis remansos sestea...
¡Qué no te daría yo
si a cambio tú me quisieras!
 
© María José Rubiera
 
 
 
 
 
 
 
 

martes, 4 de abril de 2017

El don de la palabra

Ten por seguro, cariño,
que si el silencio gozara
del don de la palabra
chismoso le faltaría tiempo
para contarte que al alba
me despierto y en ti pienso,
que alados mis besos y suspiros
de los labios se me escapan
para reunirse contigo
y por lo mismo amaneces
recubierto de meloso rocío.
Te diría maldiciente
que rapsoda improvisado el río
la cadencia de tu voz imita
y para mí expresamente
recita la Trova del Olvido,
que hechicera su poesía
me conduce al acuoso lecho
y allí, entre líquenes, algas y limo
por el río soy poseída.
Pero el silencio miente:
el río sólo es agua cantarina.
 
Falto de ética el silencio
te contaría los secretos
que en mi corazón anidan.
Posiblemente te contara
que lacerados mis dedos
de tanto escribir "te amo"
hay veces en que apetezco
epilogar el cuaderno
en que nos fuimos narrando,
poco a poco... consumiendo.
 
© María José Rubiera
 

 
 

viernes, 24 de marzo de 2017

Anverso y reverso

Algún día...
Sí, algún día,
efectuado el recuento
de las décadas perplejas
que en absoluto jugaron
baza alguna a favor vuestro,
del tiempo mal conjugado
que ni siquiera figura
"yerro del vocabulario",
de las palabras agudas
que a fuerza de desgastarse
se trocaron en virutas
enojosas, rechinantes...
Habiendo tomado conciencia
de que nada es perpetuo
y cuanto nace perece,
que el nacimiento y la muerte
son el anverso y el reverso
de una utópica moneda,
algún día...
Sí, algún día querrás
desandar lo trillado,
abatir la rotatoria puerta
en que atorados los años
se te fueron suicidando
y, aunque harto irrealizable,
rescatar las primaveras
de las inclementes fauces
en las que el hastío impera...
Algún día... Sí, algún día
evocarás la orquídea

que jamás cultivaste.

© María José Rubiera

martes, 14 de marzo de 2017

Hipnagógica

Se proclamarán las doce
en el ágora del cosmos
y como todas las noches
irrumpirás en mi onírico universo.
Se nublarán las linternas
y guardián de mis sueños,
paladín de mi esencia
te expresarás... sin palabras.
Verboso el silencio por ti hablará
de psyché –noctívaga mariposa–
y sus nocturnas andanzas,
del riesgo que entraña intimar
con los entes de la noche,
del peligro que supone
frecuentar la oscuridad.
A punto de rayar el orto,
tu alter ego dirá:
"Nos vemos mañana... de nuevo.
¿Ves aquella constelación
con apariencia de W...?
                                                 –Casiopea... según los astrónomos–
                                                       Pues bien: coincidiremos allí."
No veré constelación alguna
–mi psiquis sólo te verá a ti–
y negaré con los ojos del alma.
A maitines convocarán las campanas,
malvavisco blanquecino
la aurora... se personará
en el alféizar de la ventana,
y desbaratado el sueño
–castillo de naipes... expuesto
al roce del aliento–
aventaré la arena cósmica
incrustada en mis ojeras,
y desprendidas las legañas
regresaré a la vigilia...
a mi orilla desvelada.

© María José Rubiera

jueves, 2 de marzo de 2017

Siempre la misma... Siempre distinta

Siervo del movimiento,
el Mundo gira... y gira
impávido, impertérrito,
y reiterados los ciclos
la muerte indulta a la vida.
Exenta de correctivos
la vida postula por la vida
y en el libro figurativo
donde se narra la vida
–siempre nuevo y siempre el mismo–
la primavera se declara: "invicta."
Efluvios primaverales
exhala la viajera brisa,
los descamisados árboles
tejen verdosas camisas.
Los orbes siguen girando,
y mientras los orbes giran
la tarde va declinando:
el cielo es ascua rojiza,
rojiza... como la sangre
que por mis venas transita.
 










 
Y prendida la mirada
en el halo llameante,
la visión distorsionada
por el ocaso flameante
le pregunto al Universo
si arriba, en las alturas,
hay mundos por descubrir,
afectos que alimentar,
otras vidas que vivir...
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Ajena a las desdichas,
indiferente la Tierra
–siempre la misma y siempre distinta–,
rigorista, gira... y gira.
 
© María José Rubiera



 

miércoles, 15 de febrero de 2017

Narciso y el Amor

Llegada esta época del año
–las postrimerías de febrero–
en que debilitado el invierno
consiente en que la primavera
se preludie en forma de narcisos,
se me viene a la memoria
–por asociación de ideas–
aquel desdichado efebo
que enamorado de sí mismo
no hallaba paz ni sosiego.
Pero en cada mito transmitido,
¿ cuánto hay de ficticio y cuánto de cierto...?
Acuciada por el tema,
tendida la pasarela
entre el hogaño y el antaño
la recorro tramo a tramo,
sin dejar de preguntarme:
¿Narciso es a su reflejo
lo que el reflejo al amor...?
¿Los presuntos enamorados
precisan en todo instante
de una fuente cristalina
donde poder reflejarse...?
De ser ciertas mis elucubraciones,
¿ qué es el amor, pues...?
¿Será, acaso, la proyección del Ego
reflejándose en otro ser,
presumiendo –como único objetivo–
actuará a modo de espejo
en que admirarse a sí mismo...?
Habiendo llegado a un callejón sin salida,
considero se me hace imperativo
releer los versos del poeta latino
y, por enésima vez, leer entre líneas...

© María José Rubiera
 
 

miércoles, 25 de enero de 2017

Entre los álamos

 
Te vi,
ayer,
en la alameda...
Caminabas cabizbajo,
la luz del atardecer
incidía en tu cabeza,
matizando tus cabellos
con ambarinos reflejos.
Se te veía abatido,
roto –quizá– por dentro,
absorto –tal vez– en la tarea
de dirimir conflictos
con pensamientos complejos,
digiriendo –sospecho– el lance
que conduce al terreno
de lo irreconciliable.
Pensé en echar a correr,
hasta lograr darte alcance,
y fingiendo un fortuito encuentro
decirte que los recuerdos
no son sino esqueletos
de pretéritos perplejos
que soterrados en la mente
apetecen de cuando en cuando
considerarse modernos,
si bien no por ello
–por más que les pese–
dejan de ser pretéritos.
Lo pensé... por un momento
–el firmamento es testigo
de que en absoluto miento–,
pero tu sombra maltrecha
se me fue adelantando,
extraviada tu silueta
entre los álamos hueros...
 
 
te fuiste desdibujando.
 
 
© María José Rubiera

domingo, 15 de enero de 2017

Más allá de la lujuria...

Por más que tu mirada felina
estudie cada uno de sus gestos,
como si cada uno de ellos
fuese un enigma a resolver...
Por más que tus melíferos besos
endulcen el perfil de su boca
y tus labios indaguen su cuerpo,
hasta hacerla estremecer...
Aun presumiéndote albacea
de sus duelos y sus gozos,
no sabrás quién es la extraña
que ahora pernocta en tu alcoba,
porque ni ella se conoce a fondo.
¿Cómo podría conocerse
si cada día se siente otra
y por ende diferente
de la que otrora amaneciera
pegada a ti... a tu vientre,
de aquella que cual lluvia necia
irrigara el Jardín de los Deleites,
hasta hacer que floreciera?
¿Cómo... si en todo difiere
de aquella flexible espiga
que acatando la orden del viento
se prestaba a ser acamada
y por consiguiente vencida?
¿Cómo... si cada día registra
las horas que la separan
del día que se avecina...?
 
© María José Rubiera
 
 

domingo, 1 de enero de 2017

Sinfonía marina

Si tú supieras, mar de mis desvelos,
la sensación que me embarga
al escuchar el gemido
que brota de tus entrañas,
la emoción que experimento
cuando en época invernal,
a la espera de irradiar
el postrer rayo del día
en el mainel de un edificio
el hijo de Perseo declina,
y esclarecido el frontispicio
la simetría especular
del horizonte marino
refringe el haz crepuscular...
Si supieras cuán hechicera eres,
tanto que hasta las gavinas,
acusando el hechizo que ejerces,
en el roquedal se paralizan.
Tan sibilina que no pocas veces
me he preguntado si serás Circe
reencarnada en salina agua
o, dado tu andrógino género,
el homérico y divino Ulises,
buscando con desespero
el modo de arribar a Ítaca.
Y predispuesta a pensar
pienso en la fiel Penélope,
afanándose en el telar,
entretejiendo y destejiendo
el tapiz de los ensueños.
 

En aras de la opacidad
la inverniza tarde expira,
escasos son los viandantes
que embutidos en pellizas
osan transitar la playa;
yo, situada en la baranda,
continúo embebiéndome
de sinfonía marina...

© María José Rubiera