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miércoles, 29 de junio de 2016

En el cristal...

Declina la sombra,
en su demudada aura
vestigios de azucarillos,
fragancias derramadas,
aguardentosos sonidos:
noctámbulas nostalgias.
Irrumpe la aurora
y decoradora avezada
nos va glaseando la alcoba,
de arrebol nos la tizna,
sidérea nos la tapiza.
En la renovada estancia
tu impronta y mi impronta
y nuestra circunstancia
y el deseo reflejado
en el cristal de tus labios.
"He de irme", dices... quedo,
y tus ojos te desdicen,
te desdice tu mirada
–ora turbia, ora clara;
pero siempre enamorada–,
te desdice seguir pautando
el ritmo de mis entrañas,
la desgana te desdice.
"Me voy, mi vida", musitas,
y el amor te contradice...

© María José Rubiera
 

 
 

 

jueves, 16 de junio de 2016

Me dueles, amada Asturias

Fiel a mi promesa, Asturias,
de ensalzarte hasta quebrárseme el fanal
en el que mi luz fulgura,
una vez más me dispongo
a componer unos versos
en loor de tu hermosura.
Tan bella eres, patria mía,
representa tal honor
haber nacido en tu mágico seno,
decirse astur por los cuatro costados...
Incluso las ruidosas golondrinas,
que en el añoso hórreo anidan,
bautizan a su polluelos
con el nombre "asturianos".
Todo cuanto en ti reside
es maravilla única:
las árgomas pintorescas
monopolizando las agrestes sebes,
las vistosas florecillas
que sobre tu yerba duermen,
esas violetas silvestres
–brillosas cual amatistas–,
los primaverales lirios
que crecen en tus marismas
–instigadores de idilios–;
el orbayu pertinaz,
que ni en pleno verano
alejarse de ti quiere:
tan enamorado lo tienes...
Se nos precipitan los meses,
de nuevo el ardor del estío
se anuncia a bombo y platillo,
principiará la folixa veraniega
y la alegría rendirá a la pena;
por lo mismo se supone
debería estar alegre.
Mas ya nada puede alegrarme, Madre,
porque en el alma me dueles:
me duelen tus alagados valles,
me duelen tus bosques calcinados,
me duele seas presa de "trepas"... de infames,
me duele el silencio hostil
que transitando tus calles
a voz en grito justicia demanda,
me duele la gente humilde
que en tu tierra, dadora de riqueza,
a duras penas sobrevive;
me duelen las nuevas generaciones,
abocadas a hundirse en la miseria...
Pero mejor no continúo escribiendo,
mis palabras han tomado
imprevistos derroteros
y no está en mi pensamiento entristecerte,
sino ensalzar tus cualidades, Madre.
© María José Rubiera







viernes, 10 de junio de 2016

Desde la ambigüedad

Es esa hora...
en que a la espera
del retorno de la aurora
la luna bosteza.
Es la hora ambigua...
en la cual se fusionan
la noche y el día,
y demorado el instante
se ralentiza la vida.
En el empañado éter
la tímida candelilla
principia a desgarrar
la errabunda neblina.
En mi fuliginoso cielo
nada alumbra, nada rutila...
salvo los gusanos necios.
Adormilada todavía,
pienso si en verdad existes
o si eres recurrente sueño
que jamás se materializa,
y si recreación onírica
¡qué ilógico amarte!,
si importuna pesadilla
¡qué desatino deshojar
la consabida margarita!
Ha cesado el reclamo
de las criaturas nocturnas,
el canto de un gallo
hiende la cercana lejanía,
el alba se proclama
reina de la claridad,
las avecillas pían...
Yo voy desgranando
el rosario de unos versos:
que mis estrofas sean liturgia
que conjure lo funesto...
 
© María José Rubiera