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jueves, 31 de marzo de 2016

Ad infinitum

Caerá la medianoche
en el muladar del orbe,
de carey se orlará la luna,
y la espermática nada
engendrará con derroche
idiosincrasias futuras.
Yo, despojada de galas,
amorosa como nunca,
mezclando elipsis y palabras
te diré que me atañe tu pena
y tu dicha me concierne,
que por afectarme cuanto te afecta
asaz a mi alma le duelen
los silencios envarados
que la glotis te entumecen.
Si partícipe me hicieres
de los fonemas sincopados
que en tu laringe fenecen,
si depositaria fuere
de ese lenguaje encriptado
con el que intimas a diario...
Decidieres lo que decidieres,
si fiarme o no el corolario
que atesoras en tu mente,
ad infinitum te amaré,
te amaré tanto... y de tal manera
que si por arte de hechizo
arroyo te me volvieras,
yo mudaría en aliso
para medrar a tu vera.

© María José Rubiera
 

viernes, 18 de marzo de 2016

Desde la Tierra del Fuego...

Ultimada su misión
en la Tierra del Fuego,
a bordo de herrumbroso cascarón
surca la Primavera
el océano que de Asturias la separa.
En sus muñecas, pulseras
que los yaganes le regalaran,
en su melena al viento
una peculiar diadema
de hielo cristalizado,
que un fueguino le trenzara.
"¡Qué buena gente los onas,
con qué esmero me obsequiaron!",
se dice, y absorta en sus recuerdos,
dejándose acunar por las olas,
adormecida, arriba al cántabro litoral,
donde un chiflado arrendajo
sin venir a cuento comienza a glayar:
"¡Al abordaje... Al abordaje!"
Y sobresaltada la Primavera:
"¡Estás majara, arrendajo!"
"¡Ja...! Vos, hermosa Griselda,
¿gozáis acaso de cordura?"
"¿Por qué me dices Griselda?"
"¡Porque así le digo a la estrella
que alumbra mis noches sin luna!"
Los glayidos monocordes
del impostor bucanero
alertan al silente invierno
del acontecer vernal...

© María José Rubiera

lunes, 7 de marzo de 2016

Mudadizo

Sujeto al cambio, mudadizo
–como todo en el universo–
le era imposible reconocerse,
conciliarse consigo mismo.
Era... pero no era, al menos no el mismo río
que anhelara desposarse
con las aguas del océano.
Es posible que no fuese sino destello
que cual falsario presagio
aparece y desaparece,
profecía que nunca se ve cumplida.
Tal vez debiera zozobrar,
arrojarse unos pétalos
de su flor dilecta
y formular una plegaria,
o bien evitar hundirse
y nadar... nadar... nadar...
contra la corriente,
hasta arribar al lugar
en que le esperaban.
Quizá debiera sorberse
las orgullosas lágrimas
que en las palmas de las manos
se le ovillaban
y dejar a cargo de la vida
la urdimbre de los hilos,
vestir la garganta
con sedosas inflexiones
y susurrar repetidas veces
el nombre de la bien querida.
Quizá debiera ahogar
la voz de la fantasmagoría
que los oídos le ofuscaba,
y registrar los quejidos del violín herido.
Quizá...

© María José Rubiera

martes, 1 de marzo de 2016

Caín y Abel

Se apagaron las farolas
y piano los silencios
huyen por las claraboyas,
los pretéritos ayeres,
reconociéndose obsoletos,
ceden el paso al presente
y hoy... es hoy: un nuevo reto
del que resurgir indemnes,
otra jornada que registrar
en la efeméride del tiempo,
un día más en el fatídico haber
del "Abel" sacrificado
y del "Caín" fratricida,
en la memoria grabados:
rescoldos y cenizas
de prejuicios arcaicos,
molicie que nos habita.
"Caín" y "Abel": ¿elaborado mito,
sofisma acerca del mal y del bien
arteramente inculcado?,
¿alegoría del "Yo" y del "Mí"
en permanente conflicto...?
Y sí, por supuesto: hoy es hoy,
un día de crudo invierno
en que quizá me fuere más creativo
continuar durmiendo,
y para más inri esta llovizna
que no cesa, y los rigores del frío
anquilosando los huesos...
Pero ¿sabes qué, amor mío?:
un sol pintaré en tu cielo,
en tus labios... ¡No te lo digo!

© María José Rubiera