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viernes, 31 de julio de 2015

Malvasía

 
Amanece...
Altea rosea la aurora
–bouquet para el amanuense,
estro para el artista–,
en la estancia malvarrosa,
luminaria ambarina,
besos con sabor a moras...
 
Atardece...
Entre la fronda marina
el ardentísimo se pierde,
sobre la verja bruñida
caminan, despaciosamente,
el póstumo madrigal del día,
un crisantemo y un réquiem.
 
Anochece...
Chispas en las pupilas
–candilejas fluorescentes–,
promisiones en la alcoba,
voluntades que se achican,
el paraíso en la boca,
en los labios... malvasía.
 
© María José Rubiera


miércoles, 22 de julio de 2015

Alma...

A modo de introducción a mi humilde poema:

"Animula vagula, blandula,
hospes comesque corporis..."

–Publio Elio Adriano–


ALMA...
 
Lene es la noche,
áspera la vigilia
que con prolijo celo
obra en mi mente y mi cuerpo...
Dichosa tú, alma mía,
que inmune a la aridez del desvelo,
las trasparentes alas desplegadas,
por el taller del ensueño
a voluntad te desplazas.
Afortunada tú, alma mía:
clemátide trepadora
que trepa por los sarmientos
de la soñada ilusión
y blandiendo el terciopelo
de la etérea camisola
desafía al desamor
que se aferra a los viñedos
culturados con amor.
Quién me concediera ser
a tu imagen y semejanza:
tú tan feliz, y yo tan harta
de bregar entre las landas...
Una promesa has de hacerme:
si el fanal se me apagara
y mi sombra, arredrada,
se espantara para siempre,
no te apenes ni solloces:
canta... canta... canta... canta...

© María José Rubiera 
  

 

sábado, 11 de julio de 2015

Amar... Odiar


Nacer... Morir:
dos intransitivos personales,
y en el decurso del tiempo vivido
dos modos verbales:
Amar... Odiar,
que como espejos en blanco
reflejan y evidencian lo abstracto
de los transitivos a conjugar.
"Odio y amo.
¿Me preguntas tal vez
por qué lo hago?",
dijo el poeta latino.
Ese mismo terceto
a menudo suscribimos,
pero en ese entretanto
de amarnos y odiarnos,
en ese interludio que nos permitimos,
en esa tregua que nos damos,
mientras y en tanto nos llegue
la hora del amor manso,
del beso indiferente,
pudibundo, beato, casto
sobre la ajada frente,
del periodo cano, gris...
Ámame de esa manera,
como tú sabes... así:
con fogosidad de hoguera
escarlata, carmesí.

© María José Rubiera

jueves, 2 de julio de 2015

Eva


Desconozco qué es en verdad la vida:
si inopinado accidente
o portentoso milagro,
pero me gusta imaginarla
a semejanza de un río calmo
en el que al ajarse la sombra,
por el rosicler de la aurora cegada
la noctámbula luna, llorosa,
sus ojos pitañosos lava,
donde los visos solares
hacen de cada remanso
una mena de diamantes
prístinos, inmaculados.
Confieso ser una romántica
que tiende a la cursilería,
lo soy... hasta tomar la palabra
la Eva que en mí habita
y aseverar en un hilo de voz
que la vida es un peregrinar
hacia ninguna parte,
o al menos no hacia parte conocida,
asimismo me recuerda
el pedregoso camino a seguir
por este valle de inmundicia,
para todos arduo, cenagoso,
máxime para las hijas de Eva,
y en especial para aquellas
(léase librepensadoras)
que vindicamos el derecho
a pensar por cuenta propia.
Nunca lo tuvieron fácil las "muñecas":
de cara a la galería siempre riendo...
y llorando por dentro.

© María José Rubiera