Cálmate, corazón mío,
modera tu palpitar...
¿Presumes se te avecina
inopinado avatar?,
¿o te azora, quizá, amar
y pensar en no ser correspondido...?
Desecha la conjetura
y muéstrate comedido:
no desgarres la estructura
de mi pecho de cristal
–si puesto a prueba el amor,
parva la felicidad–.
Témplate, corazón mío,
tus alocados latidos
me dificultan oír
los monólogos del río:
interpretar pretendo
la eviterna balada
del emisario del lago;
elucidar los misterios
que el poeta Yamil y su amada
aprehendieron en sus manos...
los misterios del agua.
© María José Rubiera
modera tu palpitar...
¿Presumes se te avecina
inopinado avatar?,
¿o te azora, quizá, amar
y pensar en no ser correspondido...?
Desecha la conjetura
y muéstrate comedido:
no desgarres la estructura
de mi pecho de cristal
–si puesto a prueba el amor,
parva la felicidad–.
Témplate, corazón mío,
tus alocados latidos
me dificultan oír
los monólogos del río:
interpretar pretendo
la eviterna balada
del emisario del lago;
elucidar los misterios
que el poeta Yamil y su amada
aprehendieron en sus manos...
los misterios del agua.
© María José Rubiera