En los estilóbatos
de unos célibes pliegos
busco reposar mis versos.
La eufonía de la pluma
al violentar el papel
logra demudar mis letras
en cimbreantes odaliscas
bailando sobre un escabel.
Ante tamaña anarquía,
nada consigo hacer,
salvo quedarme dormida...
Una aldaba abofeteando
la plúmbea puerta,
un repique de címbalos
rechinando en el dintel,
una cantante de jazz
gorjeando en el escenario.
La estrepitosa algazara
de un intangible crupier:
¡Comienza el juego, damas y caballeros!
¡Se admiten todo tipo de apuestas!
¡A ver quién de ustedes
decide apostar más fuerte!
¡Hagan juego, damas y caballeros!
Y... ¡voilà!:
al Amor se apuesta una vez más.
La ruleta gira... y gira...
A veces se gana, a veces se pierde;
pero mejor lo dejamos
a discreción del azar.
Crucemos los dedos, damas y caballeros,
y lo que haya de ser... será.
© María José Rubiera
© María José Rubiera