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miércoles, 22 de mayo de 2013

Danza Prima

Clama el garante del tiempo
el óbito del crepúsculo,
las plañideras saetas
caligrafían el opúsculo
destinado a las estrellas...
 
¡Ya se rubrica en la noche
el ágape de la fiesta!
 
Ya el entablado nocturno
se atavía de verbena,
ya en el tafetán celeste
filigranas de artificio
van figurando palmeras,
ya la ancestral Danza Prima
los muchachos interpretan,
ya el osado desafía
al rescoldo de la hoguera,
ya en la melena, prendida,
rosa de amor encendida
exhibe la hermosa niña.
 
¡Es la fecunda pradera
de amoríos alcahueta!
 
Unas sandalias de tiras
descansan sobre la hierba,
el trasiego de unos besos
arrebola las mejillas
de la cándida azucena,
la falda de albo algodón
se torna rojo cereza
y, como por arte de magia,
un trébol de cuatro hojas
en la escarcha se revela.

© María José Rubiera


miércoles, 8 de mayo de 2013

Mónada

A ser princesa juega
la esforzada cenicienta,
juega...
y sueña,
aun sabiendo que de vidrio
son los sueños,
que susceptibles son de truncarse
ante el más nimio zarandeo;
sueña...
con el consorte perfecto,
incluso a sabiendas
que más bien es atributo
de personaje de cuento;
sueña...,
haciendo caso omiso
de múridos e insectos
que displicentes frecuentan
la alacena y los pucheros.
 
Juega,
sueña...,
y canturrea
el último canto del cisne,
el loor eviterno
del heraldo triste,
el salmo ininterrumpido
del Universo:
Mónada,
descenso,
desolación,
ocaso,
defunción...,
¿renacimiento?

© María José Rubiera


viernes, 3 de mayo de 2013

Te sugiero...

Porque hay tantos peregrinos
como senderos,
tantas servidumbres
como siervos.
 
Porque todo viandante
tiene asignada una vía,
y cada prójimo sufre
su singular agonía...
por haber tantos Caínes
como estigmas.
 
Porque nadie es como nadie,
aunque a ojo de diestro arquero
cierta similitud guarden.
 
Te sugiero:
 
Permite a la marejada
ahogar tus frustraciones
y demás quincalla
que oposite a confundirte
la mente...
y desconcertarte el alma.


© María José Rubiera