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lunes, 25 de febrero de 2013

En pro del amor...

Prometo ser
gacela de la sabana...,
y siempre que lo precises
correr veloz a tu encuentro.
Prometo ser
tu medicina y placebo...,
darte a libar mi tisana
edulcorada con besos.

Me comprometo,
en pro del amor,
del amor que por ti siento,
a ser el fiel
que equilibre tu balanza.
A ser...
gobernalle, timonel,
capitana
de la glauca esperanza
que ha de arribarte a buen puerto.

Prometo nombrarme
reina de los siete mares,
fletar un raudo velero,
hecho de algas y corales,
que te traslade a mi reino...
que te conduzca a mi lecho.


© María José Rubiera

miércoles, 20 de febrero de 2013

Marcesible

No escatimemos esfuerzos
en amarnos...
No echemos en saco roto
que el amor es marcesible,
que todo es finito..., todo,
que la llama del fósforo
se escalofría y sucumbe
ante el más endeble soplo,
por mucho que previamente
haya restallado el mixto,
por más que en un santiamén
relumbre.
 
Amémonos, cariño,
cuanto podamos...,
de besos y abrazos
hagamos intercambio.
En un momento dado,
como siempre,
iremos a acostarnos;
en la mañana siguiente,
al levantarnos,
descubriremos, aterrados,
que el ardor perdió la voz,
y el amor... enmudeció.


© María José Rubiera

jueves, 14 de febrero de 2013

Metáfora a metáfora

Letra a letra,
palabra a palabra,
construiré una fortaleza
donde asilar el amor
en vías de extinción.
Metáfora a metáfora,
cimentaré las columnas
de un marfileño alcázar,
cuya lustrosa techumbre
hará que el sol se deslumbre,
cuyas doradas pilastras
y volutas nacaradas
se asemejen al joyero
en que atesoro
tus besos,
tu amor,
tus ternuras,
tu constancia,
la fidelidad
que me guardas
sin, a cambio, requerirme...
nada.


© María José Rubiera

martes, 5 de febrero de 2013

Quiastolita

Tal como indica la runa
del Libro de los Secretos,
en cuanto las lobas aúllen,
protegiendo los lobeznos
del influjo de la luna
y los espectros que bullen,
de mágica quiastolita
y resplandor de luceros
he de hacerte, vida mía,
el signo de los astures,
un hechicero amuleto
que te preserve de agüeros.
 
Lo consagraré con besos,
y lo alojaré en una urna
hasta en extremo volverse
tan imperceptible y etéreo
que, rayando en lo invisible,
será inadvertido por la gente,
siendo tuyo..., sólo tuyo,
el privilegio de verlo.


© María José Rubiera