Buscar este blog

miércoles, 30 de enero de 2013

A saber...

A saber...
cuántos ortos
habrán de florecer
en el horizonte,
cuántos ocasos
deberán sucumbir
en favor de la noche,
cuántas lunas
convendrán en desterrar
la lúgubre oscuridad.
 
A saber...
cuántas vidas
habrás de consumir,
cuántas veces
tendrás que morir,
y nacer de nuevo,
cuántas... hasta concluir
que es en su cauce sereno
donde hallarás sosiego,
que sólo en su hialino venero
aplacarás la sed
y sumirás tus miedos.
Que dormitarás en calma,
en tanto ella apetece
roturar la coraza
que oprime tu pecho,
tu atavío rojo grana,
el barniz funesto
con que has lacado
tu azorada alma.
 
A saber...


© María José Rubiera


viernes, 25 de enero de 2013

Loa a un anacoreta

Érase una vez...
un atribulado hidalgo,
perdidamente enamorado.
Amaba a una hermosa dama, 
tanto y de tal manera
que consuelo no hallaba
al ver que la justiciera
de su vera la arrebataba.
 
Un día, desesperado, alienado,
queriendo liberar a su amada
de las mortíferas garras,
enjaezó y ensilló su caballo
y recorriendo millas
consultó a hombres sabios,
buscando respuestas,
la fórmula mágica
que otorga la vida eterna,
al no hallar de la misma certeza,
renunció a ser caballero,
eligiendo ser anacoreta.
 
Instalado en una cueva
cercana a las estrellas,
recolectaba hierbas
de la pirenaica cordillera
que luego trituraba
en un broncíneo almirez,
por ver si con la mixtura
y un ruego a la esperanza
hallaba la panacea
con que sanar a su amada.

© María José Rubiera
 

domingo, 20 de enero de 2013

Fedatario

Aún guardo en mi almario
el anillo imaginario,
cincelado con brisa marina,
con caracolas labrado,
que diseñaste en mi anular
bajo la láctea faz del satélite.
Todavía lo guardo,
por ser testigo imparcial,
prueba fehaciente
de habernos amado
más allá de lo debido,
irrefutable fedatario
del compromiso
rubricado por ambos.
 
Si bien al día de hoy,
desde mi actual perspectiva,
me resulta flujo pasado,
lo guardaré mientras viva
ya que de alguna manera,
por mí incomprendida,
hace que pernoctes
en mi vida anímica,
que sigamos delirando,
amándonos, extraviándonos,
tú... en mis labios,
yo... en tus labios.

© María José Rubiera

lunes, 14 de enero de 2013

Veinticuatro...

Veinticuatro...,
veinticuatro horas,
perfiladas,
esbozadas
por intangible artista,
veinticuatro horas,
medidas,
pautadas
en el pentagrama
del virtuoso anónimo.
Veinticuatro horas, suscritas,
signadas con seudónimo,
inscritas
en el margen del universo,
ilustrando
el espacio y el tiempo.
 
Veinticuatro...,
veinticuatro horas
cuenta en su haber el día,
levedad para unos pocos,
eternidad para otros,
para mí, vida mía,
un lacónico chasquido,
un hálito del aire.
 
Veinticuatro...,
veinticuatro horas:
insuficientes para amarte.

© María José Rubiera
 


lunes, 7 de enero de 2013

Cada mañana

Cada mañana,
cuando la aurora invicta
humilla la negrura pagana
y mis párpados perezosos
filtran la vaga emisión del alba,
extiendo mi mano plebeya
y en el satén de la frazada
busco indicios de tu presencia,
busco vestigios de tu sonrisa
en los pliegues de la almohada,
reminiscencias de tus caricias
en los frunces de las sábanas.

Una vez desperezada,
me apresuro hacia el espejo
por ver si aún resguarda
la impronta de tu aliento
al rasurarte la barba,
examino cada milímetro
de la superficie azogada,
queriendo hallar impresos
tus soliloquios,
tus gestos,
el iris de tus ojos,
tus pestañas,
tus labios carnosos...
tu imagen amada.

© María José Rubiera