Soledad..., soledad..., soledad...
Soledad,
del riachuelo reseco,
de la acequia sin agua,
del charco sin aguacero,
del insecto sin alas,
de la flor sin pétalos,
del día sin madrugada,
de la noche sin luceros.
Soledad,
en el hogar sin fuego,
en el pábilo sin llama,
en el amor sin anhelo,
en el cortejo sin audacia,
en el cariño sin empeño,
en la caricia sofocada,
en los labios sedientos...
Soledad en el alma.
© María José Rubiera
© María José Rubiera