Soberana de la opacidad nocturna
que cada noche te rasgas las enaguas
y desnuda te sumerges en las aguas
y pernoctas en los tálamos fluviales
y arropándote con líquenes y algas
imaginas ser recién desposada.
Que por mor de ver al amor de tu vida
y ante su apuesta imagen extasiarte
el inicio del crepúsculo aguardas
y en lo que dura tan efímero instante
darle un abrazo, un beso, una caricia
aun a riesgo de calcinarte la cara.
Emperatriz de las sombras celestes,
de pasiones impúdicas alcahueta,
cómplice de relaciones ilícitas,
celestina de tenorios y doncellas,
¿me guarda fidelidad el hombre al que amo,
o bien me es infiel y otros lechos frecuenta?
© María José Rubiera
© María José Rubiera