Llevaba un par de semanas
observando su fisonomía...
Aquel individuo me fascinaba,
me fascinaba el aura de melancolía
que en rededor suyo levitaba.
Allí estaba,
en el parque, ocupando el mismo banco
que la tarde anterior ocupara,
en idéntica postura,
colgando de la comisura de los labios
la misma colilla apagada.
Estático,
como si el tiempo no transcurriera,
como si su imagen hubiera sido
captada por el ojo de una cámara
y fija e inalterable permaneciera.
Cabizbajo,
encogido sobre sí mismo,
con los brazos cruzados
bien porque sintiera frío,
bien a modo de defensa,
la mirada perdida a saber dónde
y en la boca un rictus de tristeza.
De pronto, reparando en mi presencia,
clavó su mirada en mi mirada
y, sin que entre ambos mediaran palabras,
me confesó que sabía en exceso
acerca del hambre…, de la miseria.
© María José Rubiera
© María José Rubiera
6 comentarios:
Los ojos son los primeros que sufren el hambre. Son terribles esas miradas.
Un abrazo Mª José
Amiga Maria Jose ; pensar en las desigualdades sociales, me enferma y lo malo es que a los poderosos les importa tres pepinos.
Besos
Con bellas letras describes un dolor de la humanidad
Un abrazo
Que bellamente has coloreado ese sufrimiento, que por desgracia cada vez es más abundante...Un placer haber leído este poema, felicidades María Jose..besos
caramba el pobre hombre y no es dia para esa pena de hambre yo vengo a felicitarte en este dia de san valentin ...que te acompañe el amor
besos
Marina
Extraño personaje...me da la impresión que continuará.
Saludos poeta
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