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jueves, 29 de diciembre de 2011

Paseando por las estrellas

En esta noche invernal
te propongo observar las estrellas,
pero arrópame en tus brazos,
estréchame fuerte, amor mío:
Bóreas silba con implacable rigor,
y me estremezco de frío.

A años luz de distancia
lucen con esplendor
los gemelos Cástor y Pólux,
Aldebarán, Andrómeda,
el Auriga, Arturo, Perseo
y Casiopea, la vanidosa.

Fulgura la constelación de Orión
con Rigel, Betelgeux y Bellatrix
conformando su estelar cinturón.
Rutilan las bellísimas Pléyades,
hijas de Atlas y Pleonia,
que por no querer rendirse 
al libidinoso Orión
eligieron ser palomas.


© María José Rubiera



martes, 27 de diciembre de 2011

Soñabas...

Me desperté
momentos antes de anunciarse el alba
y era tal la proximidad de nuestros cuerpos
que ni la más ínfima brizna hubiera
conseguido abrirse paso entre ellos.

Dormías,
tu corazón latía al compás del mío,
tu lacio cabello acariciaba mi hombro,
tus manos reposaban en mi seno,
tus labios, entreabiertos, invitaban
al beso.

Soñabas,
recreando, quizá, el amor que gozamos
en la noche que ya se extinguía.
En tanto tú soñabas, yo velaba,
y en la penumbra de la habitación
comenzaba a perfilarse la luz
de la mañana.


© María José Rubiera
 
 
 
 
 
 
 
 


martes, 20 de diciembre de 2011

Para qué negarlo

Mentirías si me dijeras
que por mí no sientes nada,
que por mi amor no suspiras:
el brillo de tu mirada
cuando a hurtadillas me miras
desmentiría tus palabras.

¿Para qué negar que me amas
si al tenerme entre tus brazos
tiemblas como un azogado
y todo tu ser estalla?

¿Para qué negarlo, amado,
si lo desmienten tus besos,
tus caricias, tus halagos.
Si tu corazón galopa
al posar sobre mis labios
tu ardiente y trémula boca...?


© María José Rubiera

miércoles, 14 de diciembre de 2011

La xana del bosque (romance)

En la Fuente de los Deseos
la hermosa xana lavaba
su largo y rubio cabello
con polvo de la galaxia,
y el destello de un lucero  
en su rededor danzaba
y la luna palidecía
al ver tan preciosa dama.

La luz de las luciérnagas
lucía cual noche estrellada.
Sentada sobre un helecho
la bella xana peinaba
la seda de su guedeja
con peineta de oro y plata,
y a servirle de diadema
una liana se prestaba.

La xana estaba feliz
y el viejo bosque lloraba,
sabedor de que la dríade
había sido fascinada
por un apuesto mortal
que a sus dominios llegara
una noche de verano:
Al estar enamorada
perdería sus poderes,
la inmortalidad del alma.

© María José Rubiera





lunes, 12 de diciembre de 2011

Amar

Amar: sugestivo verbo.
Pero amar es más que una idea,
 más que una idónea palabra
para un romántico verso,
más que la complicidad
de dos compartiendo almohada,
abrazos, caricias, besos
y pasión desenfrenada.

Amar no es sino escuchar
el alma del ser amado
y comprender sus temores,
depresiones, ansiedades,
angustias, complejidades,
carencias, limitaciones...

Amar significa dar
sin exigir nada a cambio,
renunciar al interés personal
en pro de la expectativa del otro.
 Amar es sinónimo de libertad,
confianza, respeto y fidelidad.


jueves, 8 de diciembre de 2011

Amanecía

La difusa luz del alba
libraba lid con las sombras,
destronando a la dama de la noche,
nombrándose emperadora.


Amanecía, y conmigo no estabas,
no estabas físicamente
pero en la intimidad de la alcoba
tu alma se hallaba presente.

El día clareaba, y conmigo no estabas,
 tu cuerpo no estaba pero tu espíritu
aún se alojaba en la estancia,
aún pernoctaba en la cama.

En las revueltas frazadas,
ocultos entre los pliegues,
permanecían los besos
que a lo largo de la noche
nos diéramos en silencio.

Y la humedad de la escarcha,
dimanante del amor,
evidente se mostraba
en el tálamo de la habitación:
en la mácula de las sábanas.

© María José Rubiera






domingo, 4 de diciembre de 2011

A ti

Adoro
ese cabello rebelde
que indómito se desliza
hasta cubrirte la frente,
adoro el aromoso almizcle
con que perfumas tu cuerpo,
adoro cuando tus labios
van en busca de mis besos...
¡Te adoro sin miramientos,
te adoro a ti por entero!

Me apena
el brillo de melancolía
que siempre aflora a tus ojos
cuando crees que no te miran,
esa sonrisa fingida
que en ocasiones esbozas
simulando estar contento.
¿Cómo no apenarme, cariño,
si sé que ríes por fuera
y estás llorando por dentro...?

© María José Rubiera