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lunes, 30 de mayo de 2011

Quién...?

Una noche, se te antojó ser sueño
y convertirte en mi dueño,
en el regente de mi alma,
de cada átomo de mi ser,
de cada molécula de mi cuerpo.

Ahora, ya no sé quién soy:
¿Soy, quizás, tú, o continúo siendo yo,
somos un único ente..., o somos dos?
Dos gérmenes del mismo proyecto;
dos, compartiendo espacio... y momento.

© María José Rubiera

viernes, 27 de mayo de 2011

Paradójico destino

Paradójico destino,
a su capricho funciona:
ora revela el camino,
ora la ruta equivoca.

Pero..., ¿quién mueve los hilos
de este cósmico entramado?,
¿quién dirige nuestro sino,
quién o quiénes lo han marcado?

Algunos pensarán: "Dios";
otros pensarán: "El diablo".
Empero, ¿alguien conoce la verdad
sobre el Supremo, o Satán...?

No obstante, sean quienes fueren,
en todo existe un porqué,
un continuo devenir,
constante razón de ser.

© María José Rubiera

miércoles, 25 de mayo de 2011

Sólo tú

Sólo tú tendrás acceso
al volcán de mis pasiones:
tan fogosas como el magma,
tan ardientes como lava.

Sólo tú tendrás acceso
a la fragua de mi alma:
donde se forja el silencio,
donde se forma la calma.

Sólo tú tendrás acceso
al cofre de mis recuerdos:
donde escondo los secretos,
donde guardo los misterios.

© María José Rubiera

lunes, 23 de mayo de 2011

Quisiera

Quisiera ser el espejo
donde te miras a diario,
y fundirme en tu reflejo
para atusarte el cabello,
para besarte en el cuello
y acariciarte los labios.

Quisiera ser cual esencia
y embriagarte los sentidos.
Quisiera ser tu remedio,
quisiera ser cual ungüento:
oleoso, aromoso..., sacro,
y ungirte el alma y el cuerpo.

Quisiera hacerme invisible,
aposentarme en la grupa
de tu rebelde corcel
y abrazarme a tu cintura,
si esta noche cabalgaras
yendo en busca de la luna.

© María José Rubiera

miércoles, 18 de mayo de 2011

Siempre

Y visité las estrellas
creyendo encontrarte en ellas,
pero no te hallé, cariño.
Las Pléyades me dijeron
que, no ha mucho, te habían visto,
y que vagabas perdido,
adoleciendo de amores,
queriendo encontrar olvido.

Pensando en traerte de vuelta
para tenerte conmigo,
me adentré en Orión y en Sirio,
pero no te hallé, querido,
porque ya te habías ido.
Los astros me comentaron
que apenas si habías estado,
que se te veía apenado.

Y regresé a mi destino:
a la Tierra, donde habito,
y quise rendirme al sueño
por ver si daba contigo.
Y al fin, te encontré, cariño,
y con un hilo de voz,
me susurraste al oído:
"Ámame siempre, amor mío..."

© María José Rubiera

lunes, 16 de mayo de 2011

Entre crepúsculos

Amor hechicero, brujo,
prestidigitador..., mago,
hacedor de encantamientos.
Ilusionista de sueños,
de amores..., de sentimientos.

En incertidumbres vanas,
te pierdes constantemente.
Constantemente, divagas,
continuamente, me extrañas...,
te extraño continuamente.


Entre crepusculares vanidades,
entre absurdos orgullos de anocheceres,
aún palpita el amor..., aún se estremece.
Mas, apenas se oye..., apenas se siente...
¿Estará acechándolo la muerte...?

© María José Rubiera

viernes, 13 de mayo de 2011

Estás

Siempre te tengo presente:
en cada renglón que escribo,
en cada poema compuesto,
en lo que digo y omito.

Estás en todo momento:
recreándote en mis versos,
rememorando mis besos,
extrañando mis silencios.

No entiendo este desatino:
vivimos cuales espectros
que, negándose a estar muertos,
se aferran a los recuerdos.

© María José Rubiera

miércoles, 11 de mayo de 2011

¿Qué permanece...?

Indefectiblemente, perecemos,
sin solución, sin remedio...,
incluso morimos viviendo
cuando algo se muere por dentro.

¿Qué permanecerá de nosotros
cuando nos hayamos muerto...?

¿Qué permanece, cuando la gastada cáscara
caduca y se desintegra,
cuando el alma se desvincula de la materia
y la materia en polvo se queda...?

Sólo lo que hayamos hecho y sentido:
compasión, fidelidad, amor, ternura,
rencor, venganza, envidia, celos...;
en suma, acciones y sentimientos.

Porque de alguna manera,
impensable para los necios,
cuanto sentimos y hacemos
queda registrado en el cielo.

martes, 10 de mayo de 2011

Celos

Tienes celos...
De las olas que besan mi cuerpo,
de la brisa que roza mis mejillas,
del sol que se refleja en mis pupilas.

Tienes celos...
De la canción que me susurra el viento,
de la luna que miro, de los luceros;
del aire que respiro, tienes celos.

Tienes celos...
Aunque rechaces tenerlos,
aunque te lo niegues a ti mismo,
aunque eludas reconocerlo.

Tienes celos...
Pero lo que ignoras, mi amor,
y siempre lo ignorarás,
es que también yo los tengo.

© María José Rubiera

lunes, 9 de mayo de 2011

Sustancia

La pena que te consume,
la pena que te acongoja,
esa hiel que te envenena,
esa pena... que es mi pena.

Amado, escupe la pena,
¡arrójala, vomítala
y si preciso te fuere,
conjúrala con blasfemia!

La tormenta se descarga
y el cielo torna a la calma,
tiende al estado perfecto:
conciliarse con la Nada.

¿Imaginas que no te amo,
y por lo mismo te apenas...?
De mi aliento eres sustancia,
eres... ¡No puedo continuar hablando:
se me ha helado la palabra!

© María José Rubiera

sábado, 7 de mayo de 2011

Pacto de amor

Sin que mediaran palabras,
pactamos amor eterno:
hicimos el juramento
tan sólo con la mirada.

Prometimos desposarnos
guardando estricto secreto,
siendo únicos testigos
los astros del firmamento.

Iré vestida de blanco,
y tú vestirás de negro:
el yin y el yang del damero,
la fusión de los opuestos.

En el Libro de la Vida,
se registrará el acuerdo:
lo firmarán nuestras almas,
y lo sellará el silencio.

© María José Rubiera

jueves, 5 de mayo de 2011

Tienes miedo...

Le tienes miedo al Amor.
¡Amor! Sí..., con mayúsculas,
porque ese Amor es eterno,
trasciende el espacio y el tiempo.

Le tienes miedo al Amor,
porque no es amor terreno,
porque proviene del alma,
y el alma es hija del cielo.

Le tienes miedo al Amor,
y al temerlo, lo rechazas,
lo excluyes del pensamiento,
porque al temerlo... te daña.

© María José Rubiera

martes, 3 de mayo de 2011

Algunas veces

En la densa calima de tus besos,
algunas veces me extravío
y camino al filo de la navaja,
situándome al borde del precipicio.

Algunas veces, surco el mar de tu deseo
a bordo de endeble barquichuelo,
y sin brújula que me oriente,
encallo en el arenal del averno.

Algunas veces, no sé si te tengo,
si sólo tejo tu imagen
en el telar de los sueños
que reinan en mi cerebro.

© María José Rubiera

lunes, 2 de mayo de 2011

Y se detuvo el tiempo

Enfrentando la mirada a su mirada,
en las mejillas, subido arrebol,
y los ojos cuajados de lágrimas,
dijo, armándose de valor:
"He de hablarte, compañero,
ha llegado el arduo momento
de ponerle fin al juego
y exponerte cuanto pienso.
Pero..., ¿cómo comenzar,
cómo explicar lo que siento?,
¿cuáles palabras usar
para evitar sufrimiento?
¡Ay, qué costoso se me hace,
qué difícil, compañero!,
mas, no puedo ya simular,
queriendo ignorar los hechos:
Has maltratado mi amor,
y tu amor ya no es mi credo,
aun cuando sé que en mi vida
habrá de instalarse el duelo."
Y justo en aquel instante,
decidió pararse el tiempo:
quedó suspenso en el aire,
suspenso en el silencio.
Y ambos vistieron de negro,
vistieron riguroso luto:
él, por su maltrecho orgullo;
ella, por el amor muerto.

© María José Rubiera Álvarez