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jueves, 29 de diciembre de 2011

Paseando por las estrellas

En esta noche invernal
te propongo observar las estrellas,
pero arrópame en tus brazos,
estréchame fuerte, amor mío:
Bóreas silba con implacable rigor,
y me estremezco de frío.

A años luz de distancia
lucen con esplendor
los gemelos Cástor y Pólux,
Aldebarán, Andrómeda,
el Auriga, Arturo, Perseo
y Casiopea, la vanidosa.

Fulgura la constelación de Orión
con Rigel, Betelgeux y Bellatrix
conformando su estelar cinturón.
Rutilan las bellísimas Pléyades,
hijas de Atlas y Pleonia,
que por no querer rendirse 
al libidinoso Orión
eligieron ser palomas.


© María José Rubiera



martes, 27 de diciembre de 2011

Soñabas...

Me desperté
momentos antes de anunciarse el alba
y era tal la proximidad de nuestros cuerpos
que ni la más ínfima brizna hubiera
conseguido abrirse paso entre ellos.

Dormías,
tu corazón latía al compás del mío,
tu lacio cabello acariciaba mi hombro,
tus manos reposaban en mi seno,
tus labios, entreabiertos, invitaban
al beso.

Soñabas,
recreando, quizá, el amor que gozamos
en la noche que ya se extinguía.
En tanto tú soñabas, yo velaba,
y en la penumbra de la habitación
comenzaba a perfilarse la luz
de la mañana.


© María José Rubiera
 
 
 
 
 
 
 
 


martes, 20 de diciembre de 2011

Para qué negarlo

Mentirías si me dijeras
que por mí no sientes nada,
que por mi amor no suspiras:
el brillo de tu mirada
cuando a hurtadillas me miras
desmentiría tus palabras.

¿Para qué negar que me amas
si al tenerme entre tus brazos
tiemblas como un azogado
y todo tu ser estalla?

¿Para qué negarlo, amado,
si lo desmienten tus besos,
tus caricias, tus halagos.
Si tu corazón galopa
al posar sobre mis labios
tu ardiente y trémula boca...?


© María José Rubiera

miércoles, 14 de diciembre de 2011

La xana del bosque (romance)

En la Fuente de los Deseos
la hermosa xana lavaba
su largo y rubio cabello
con polvo de la galaxia,
y el destello de un lucero  
en su rededor danzaba
y la luna palidecía
al ver tan preciosa dama.

La luz de las luciérnagas
lucía cual noche estrellada.
Sentada sobre un helecho
la bella xana peinaba
la seda de su guedeja
con peineta de oro y plata,
y a servirle de diadema
una liana se prestaba.

La xana estaba feliz
y el viejo bosque lloraba,
sabedor de que la dríade
había sido fascinada
por un apuesto mortal
que a sus dominios llegara
una noche de verano:
Al estar enamorada
perdería sus poderes,
la inmortalidad del alma.

© María José Rubiera





lunes, 12 de diciembre de 2011

Amar

Amar: sugestivo verbo.
Pero amar es más que una idea,
 más que una idónea palabra
para un romántico verso,
más que la complicidad
de dos compartiendo almohada,
abrazos, caricias, besos
y pasión desenfrenada.

Amar no es sino escuchar
el alma del ser amado
y comprender sus temores,
depresiones, ansiedades,
angustias, complejidades,
carencias, limitaciones...

Amar significa dar
sin exigir nada a cambio,
renunciar al interés personal
en pro de la expectativa del otro.
 Amar es sinónimo de libertad,
confianza, respeto y fidelidad.


jueves, 8 de diciembre de 2011

Amanecía

La difusa luz del alba
libraba lid con las sombras,
destronando a la dama de la noche,
nombrándose emperadora.


Amanecía, y conmigo no estabas,
no estabas físicamente
pero en la intimidad de la alcoba
tu alma se hallaba presente.

El día clareaba, y conmigo no estabas,
 tu cuerpo no estaba pero tu espíritu
aún se alojaba en la estancia,
aún pernoctaba en la cama.

En las revueltas frazadas,
ocultos entre los pliegues,
permanecían los besos
que a lo largo de la noche
nos diéramos en silencio.

Y la humedad de la escarcha,
dimanante del amor,
evidente se mostraba
en el tálamo de la habitación:
en la mácula de las sábanas.

© María José Rubiera






domingo, 4 de diciembre de 2011

A ti

Adoro
ese cabello rebelde
que indómito se desliza
hasta cubrirte la frente,
adoro el aromoso almizcle
con que perfumas tu cuerpo,
adoro cuando tus labios
van en busca de mis besos...
¡Te adoro sin miramientos,
te adoro a ti por entero!

Me apena
el brillo de melancolía
que siempre aflora a tus ojos
cuando crees que no te miran,
esa sonrisa fingida
que en ocasiones esbozas
simulando estar contento.
¿Cómo no apenarme, cariño,
si sé que ríes por fuera
y estás llorando por dentro...?

© María José Rubiera 


miércoles, 30 de noviembre de 2011

El drama de cada día

Los sonidos del silencio
se extienden por la ciudad,
tan sólo de cuando en cuando
se escucha un bebé llorar
o un vehículo rodando,
la pausada levedad
de unos pasos transitando
y algún que otro can ladrar
y las hojas revoloteando.
De los arbustos, el cimbreo:
impelidos a danzar
al compás que marca el viento.

Se han acallado las risas
y el contento y el festejo
y los llantos y las riñas,
los enojos e improperios.
Callada está la ciudad,
aparenta estar dormida
pero no es sino apariencia,
mero espejismo nocturno:
sólo finge descansar
del acontecer diurno.
El drama de cada hogar
prosigue al llegar la noche,
jamás se permite tregua,
jamás duermen las pasiones.



© María José Rubiera

domingo, 27 de noviembre de 2011

Amado mío

Amado mío,
Aún no sé por qué extraño designio
nuestras almas coincidieron
ni por qué se enamoraron
desde el instante en que se vieron.

Sólo sé
que tus besos necesitan mis besos
y tus labios precisan mis labios
y tus manos recorrer mi piel...
Sólo sé que nos amamos.

© María José Rubiera



jueves, 24 de noviembre de 2011

¿Cómo?

¿Cómo bloquear la memoria
que de forma persistente
no hace sino recordarte
sin cesar, hora tras hora,
haciendo de mi presente
un infierno y una gloria?
¿Eludir el pensamiento
que me asalta por sorpresa
cual si fuera un delincuente
y a pensar en ti me fuerza?

¿Cómo lograr convencerme
de que amarte no debiera,
que es ilícito pensarte,
si el corazón se subleva
ante el hecho de no amarte
y, furioso, me hace frente
y me declara la guerra?
¿Cómo decirte: "No te amo",
cuando, clamorosa, mi alma
grita todo lo contrario?

© María José Rubiera

martes, 22 de noviembre de 2011

Tus besos

Apasionados, cálidos,
húmedos como el rocío
que acaricia los parterres
en las noches de verano.

Sensuales y deliciosos,
lenes como el tisú,
exquisitos, primorosos
cual una labor de blonda
y sutiles como el tul.

Preciosos como el amor,
sublimes y embriagadores
como la más bella flor
que imaginarse pudieran
el poeta y el pintor.

Pródigos en amores,
melosos y placenteros,
abundantes en sabores...
Así recuerdo tus besos.


© María José Rubiera



sábado, 19 de noviembre de 2011

Si por un instante...

Si sólo por un instante
pudieras entrar en mi alma
sabrías mis sentimientos.
Sabrías que mi corazón se estremece
y late más deprisa siempre que te veo,
sabrías que el destello de tu mirada
ahuyenta mis pesadillas y mis miedos,
porque tal se me figura
el refulgir de un lucero,
la divina luz del alba.

Sabrías que la cadencia de tu voz
me suena a melodía celeste
cuando recitas o me hablas.
Sabrías cuánto te extraño
cuando no estás a mi lado,
que me invade la nostalgia
si conmigo no te tengo,
si tus caricias me faltan.
Sabrías cuánto te adoro
y cuánto deseo tus besos.


© María José Rubiera

martes, 15 de noviembre de 2011

Te amo

Tantos fueron los momentos
en que inquiriste: "¿Me amas?",
y permanecí en silencio
rehuyendo la mirada...

Bien por temor a perderte,
bien por obstinado orgullo
no pude exteriorizar
el amor que te profeso,
sólo pude confesarlo
a un anodino cuaderno
que a fuerza de tanto usarlo
se volvió amarillo y viejo.

Pero hoy, sin más dilación,
responderé a la pregunta
formulada tantas veces
y que al no obtener respuesta
se fue diluyendo en el éter,
expresaré el sentimiento
que como ascua me quema
y me consume por dentro:

Te amo,
como nunca a nadie he amado
y lucharé, si es preciso,
contra dragones de fuego
con tal de que estés conmigo.

© María José Rubiera 

viernes, 11 de noviembre de 2011

Sueña

Duerme sereno, amor mío,
que a lo largo de la noche
iré a reunirme contigo...
Dulces sueños, mi cariño,
no desesperes y sueña conmigo.

Sueña...
que mis labios te acarician
y sin mesura te besan:
Sé cuánto ansías mis besos,
y cuánto te hago sufrir
las veces que te los niego.

Sueña...,
y juntos emprenderemos
un viaje hacia las estrellas,
hacia los confines del cielo,
hacia lejanas galaxias
donde moran almas bellas.

Sueña...
En los sueños no hay fronteras
ni límites ni barreras
que frenen el corazón,
ni sentencias ni condenas
que hagan cautivo al amor.


© María José Rubiera

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Por fin

Amado mío:
Aprendimos a conocernos después de haber recorrido juntos un tramo del camino.
Ahora ya sabes cuándo la apatía o el optimismo me envuelven, si algo me motiva o me es en absoluto indiferente... Sabes cuándo mi alma está serena o contiende en batallas de las cuales rara vez sale triunfante e indemne... Sabes cuándo te extraño o, para qué negarlo, no soporto verte... Sabes cuándo deseo permanecer en silencio, a solas con mi pensamiento... Pero ante todo, aprendiste lo más importante: que la libertad y la independencia son mi credo.
A mi vez, sé cuándo estás triste o alegre... Sé cuánto te molesta mi mal genio, el cual debiera evitar (de ello soy consciente), pero que me es imposible porque no puedo ni quiero contenerme... Sé cuándo hay transparencia y sinceridad en tu mente o si, retorcida, elucubra e imagina lo que no debe... Sé cuándo sientes celos (totalmente infundados, por cierto)... Sé cuándo deseas acariciarme y besarme hasta perder no sólo el aliento sino también la noción del tiempo... Sé cuándo quieres poseerme, porque te delatan tus miradas y tus gestos.
Amor mío, por fin nos conocemos.

© María José Rubiera

domingo, 6 de noviembre de 2011

No precisas...

No precisas conquistarme
con rebuscadas lindezas,
no precisas regalarme
soles, luceros ni estrellas
ni el fuego al cielo robarle
para conseguir que te ame:
te amo de igual manera
aunque nada me regales.

Te amo,
sin pretender algo a cambio,
te amo con los cinco sentidos,
te amo con todo el alma,
amo cada instante que paso contigo
y más cada día que pasa.
Te ama mi corazón:
él, mejor que nadie,
sabe a quién debe amar
y a quién no.


© María José Rubiera

viernes, 4 de noviembre de 2011

Tu alma

Tu boca busca mi boca;
mi mirada, tu mirada,
y en ella veo asomarse
la hermosura de tu alma.
Tan bella tienes el alma
que lirios, rosas, orquídeas
lotos y nenúfares
compiten por emularla.

Cuando te llegue el momento
de abandonar la corpórea morada
y habitar en los luceros,
al ver la pureza de tu alma,
los dioses acordarán
enviarte de regreso
en forma de mariposa:
de mariposa monarca,
por ser el ejemplar más precioso
que puede simbolizarla.

Y una vez más tu alma
morará sobre la Tierra
en su cualidad alada,
y surcara bosques, ríos y valles
y reposará las alas
sobre el trenzado ramaje
de abedules, tejos y hayas,
sobre jacintos azules
y coloridas guirnaldas.
Y besará flor tras flor
y libará de sus mieles,
de las mieles del amor.


© María José Rubiera

martes, 1 de noviembre de 2011

Alfa, zeta, delta...

Entre la vigilia y el sueño,
entre despierta y dormida,
noto tu cálido aliento
alborotando mi pelo
cual serena aura marina.
Siento tus húmedos besos:
besos con sabor a guinda,
salvia, hierbabuena y romero;
anís, canela, vainilla,
jengibre, mirra y eneldo...

Cuando me domina el sueño
y mi espíritu se ausenta
en busca de las estrellas
y, promiscuo, mi cerebro
fluctúa entre alfa, zeta, delta...,
a tu influjo me someto.

Cuando entregada al ensueño
mi alma errática transita
por los confines del cielo,
me sumo en la vorágine
de tus fogosos anhelos
y a tus propósitos cedo.

© María José Rubiera 

sábado, 29 de octubre de 2011

Viejo roble

Viejo roble:
En esta tarde de otoño,
ambarina, luminosa,
quiero sentarme en tu base
y observar a las hormigas
que laboriosas se afanan
en procurarse viandas.
Ver las celosías perfectas
que tricotan las arañas,
a las presumidas hojas
que se contonean y vuelan
creyendo ser mariposas.

Quiero abrazarme a tu tronco
viril y majestuoso
y al amparo de tu copa
quiero hacerte confidente
de mis luces y mis sombras,
y que a tu vez me relates
la historia de los amantes
que jurando amor eterno
grabaron dos corazones
en tu corporeidad leñosa.

© María José Rubiera
 

lunes, 24 de octubre de 2011

Algunas veces...

Algunas veces,
me tiendo sobre la yerba 
y veo las nubes correr...
Veo bosquejarse en ellas
la imagen de hermosos navíos
sin timón ni timonel,
veo borreguitos albinos
y casitas de papel
y duendecillos con cuernos
y gatos con cascabel.

Algunas veces,
tendida sobre la yerba,
veo las nubes pasar
y no reprimo el impulso
de ponerme a recitar...
Por activa y por pasiva
recito modos y tiempos
del precioso verbo amar,
y la tarde me transcurre recitando:
amar, amado, amando...

Algunas veces,
me acuesto sobre la yerba
y veo las nubes correr
y me embarga la ilusión
de ir corriendo tras ellas,
y retorno a la inocencia
y a mis juegos con cometas...,
a la perdida niñez.
Y livianas se me hacen las horas
y llega el anochecer.

© María José Rubiera 

viernes, 21 de octubre de 2011

En busca del Tao

En numerosas ocasiones me han dicho
que la perfección no existe,
y sin embargo no desisto de encontrarla. 
La busco en cada detalle y por doquier,
la busco de forma persistente,
incansable.
Busco penetrar el misterio e imbuirme
de la transcendencia del Ser.

Aunque también he de admitir
que a veces la búsqueda me es onerosa
por lo que conlleva de dificultad,
por resultarme infructuosa,
y me asaltan sentimientos encontrados
amén de dudas razonables
y me digo a mí misma que no creo en nada.

En otros momentos creo vislumbrar el Tao
en la impronta del instante,
siento que me aproximo a él
y mi alma se alboroza,
pero la sensación apenas perdura:
En la fugacidad del destello
deslumbra y al pronto se extingue,
y no consigo aprehenderlo.

© María José Rubiera



martes, 18 de octubre de 2011

Cómplices

No tengas celos...
¿Acaso podría sentir por otro
el amor que por ti siento,
acaso podría entregarle cuanto te entrego...?

A nadie amaré como te amo,
te amaré hoy mañana y siempre
aunque tenga que nadar contra corriente
y someterme al bamboleo del viento.

Somos privilegiados:
sólo tu alma y mi alma, sólo tú y yo
develamos el misterio del amor...,
tú, yo y escasos afortunados.

El amor...
Ese amor por los poetas ensalzado,
revelado a la minoría,
a los profanos velado.

Somos afortunados:
gozamos del privilegio de amarnos,
de compartir los anhelos,
de ser cómplices de sueños.

© María José Rubiera


domingo, 16 de octubre de 2011

Extraña luce la noche

La nubes cubren la Luna,
extraña luce la noche...
Cientos de ojos acechan
ocultos en la espesura:
ojos rapaces, lupinos,
criaturas del sotobosque
que se ausentan del cobijo
para dar caza a sus presas.

¡Asustada estoy, cariño...!
Protégeme entre tus brazos,
sé cual amorosa hiedra
enredada en torno al árbol.
¡Abrázame fuerte, amor mío...!
Necesito tu contacto,
la caricia de tus besos,

la cercanía de tu hálito.


© María José Rubiera




jueves, 13 de octubre de 2011

Por eso

Cuanto comienza, termina,
porque es ley universal
y no queda sino acatarla...
Aunque comience de nuevo,
no conservará la forma inicial,
ya no tendrá el mismo aspecto.

Por eso quiero continuar amándote,
porque quiero conservar tu imagen
tal como la veo ahora...
¡Por eso!
Porque quiero amarte según eres:
bello por fuera y por dentro.
Porque no quiero perderte
en la bruma del olvido,
en la sombra perniciosa
de un pasado que no vuelve.

Te amaré con constancia.
Te amaré...,
mañana, tarde, noche y madrugada.
Te amaré mientras aliente,
te adoraré mientras viva
y más allá de la muerte.

Nada es perpetuo..., ¡nada!,
salvo este amor que me fluye
por la venas, por las recónditas
entrañas.

© María José Rubiera
 


martes, 11 de octubre de 2011

Leyenda de un beso

 ¡Shhh...!
No hagamos derroche de palabras,
amémonos en silencio
que es como mejor se ama.
Así, pues, silenciemos los labios
con un beso, y evitemos decir nada.

 Un beso...
Según reza un milenario manuscrito
la vida comenzó con un beso,
pero quizá no sea sino leyenda.
¿Quieres que te la narre, amor? ¿Sí...?
Acomódate y préstame atención:

 Hete aquí que el astro rey,
prendado de la Tierra,
la iluminó con sus rayos
y la caldeó con su aliento...
Y queriendo fecundarla convocó
a los genios del viento y de la lluvia
y haciéndolos partícipes de sus cuitas
les confesó su gran deseo,
rogándoles le prestaran ayuda.

 El viento, portando la semilla,
la sembró en el útero de Gea;
la lluvia, desprendiéndose de las nubes,
procedió a humedecerla.
El Sol depositó un beso de fuego
sobre la faz de su amada...,
sólo un beso y, ¡oh, milagro!,
la Tierra fue fecundada.


© María José Rubiera

 







sábado, 8 de octubre de 2011

Ay, Amor...

Ay, Amor, cuán ladino eres
y con cuánta destreza juegas tus cartas...
Imposible resistirse
al ímpetu con que acometes,
a los taimados ardides,
a las ilusorias trampas
que a los amantes les tiendes.
¿Cómo puede ser posible
que a ciegas lances las flechas
y atines a dar en la diana...?

¿Cómo imaginar que un día
llegaras a herirme de muerte...?
Sí, bien digo: De muerte,
tan flamígero es tu fuego
que por fuerza en él se perece.
Herida estaré por siempre...
Lesionada tengo el alma
desde que entraste en mi vida
sin anunciarte siquiera,
sin que contigo contara.

© María José Rubiera




miércoles, 5 de octubre de 2011

A solas conmigo misma

Hay un precioso lugar
donde acostumbro perderme
cuando quiero estar a solas,
una idílica caleta,
réplica del edén,
en la que sueño despierta...
A solas conmigo misma
y los pizarrosos acantilados
que con altivez me observan,
doy rienda suelta a la mente
y me dispongo a soñar
mientras me dejo mecer
por el rumor de la brisa
y el soliloquio del mar.
Y poco a poco me entrego
a un plácido duermevela
en el cual te visualizo
como cuando estás conmigo
y en silencio te aproximas
y respirando muy quedo
reposas sobre mi nuca
y con tus labios la mimas,
y ciñíendome la cintura
rozas mi piel con tu piel
y, con lentitud pasmosa,
asciendes por mi garganta...
hasta fundirte en mi boca.

© María José Rubiera

viernes, 30 de septiembre de 2011

Un sueño...

Te invito a vivir la quimera de un sueño,
un sueño tan rútilo como Sirio,
un sueño donde la armonía impere
y el amor sea tan bello
como los luceros que ornan el cielo,
¿quieres...?

Un sueño,
hasta el instante en que la Luna se acueste
y el ópalo celeste se atavíe
con preciosos matices: ocres, rojos,
azules, verdes...,
y su flirteo con la Tierra comience.

Hasta el alba,
hasta que la claridad diurna eclipse
a la estrella matutina,
hasta el momento en que el alma descienda
de su divina morada
y se someta al influjo de Maya.

© María José Rubiera

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Estopa y fuego

Larga se me hace tu ausencia,
interminables las horas
que en el ébano nocturno
me van transcurriendo en vela.
Necesito besarte..., ahora,
no esperes a que amanezca,
no aguardes a que la noche
pase el testigo a la aurora.

Una y mil veces reniego
de mi porfía en amarte,
mas siempre sucumbo al deseo
de tenerte entre mis brazos,
de cobijarme en tu seno,
aun sabiendo que a tu lado
soy como metal maleable,
soy estopa y tú..., tú eres fuego.

Eres sustancia opiácea:
Me has hecho adicta a tu cuerpo,
a la seda de tus manos,
al ónice de tus ojos,
al incienso de tus labios,
al sándalo de tus besos...

© María José Rubiera

lunes, 26 de septiembre de 2011

¿Dónde...?

Cuando el fragor del dragón se desvanezca
y el ceniciento manantial se apacigüe
y los valles el manto herbáceo muden
en otro inerte.

Cuando las aves extravíen el rumbo
y se extinga la luz de las luciérnagas
y el verdor de los maizales se troque
en densa niebla.

Cuando los vastos bosques se calcinen
y se ennegrezca el carmín de las flores
y su sutil fragancia en la estratosfera
se enrarezca.

Cuando se deseque el caudal fluvial
y la masa salada se torne en limo 
y, tenebroso, el planeta retrograde
a la era primigenia.

¿Dónde nos hallaremos, amor mío...?


© María José Rubiera



viernes, 23 de septiembre de 2011

Remembranza

No suelo rememorar el pasado
porque prefiero vivir el presente,
pero algunas veces, sin pretenderlo,
evoco cómo éramos antaño,
cuando juntos iniciamos la andadura
y la ternura primaba en nuestras vidas.
Recuerdo aquel mundo creado por ambos,
aquel universo hecho a la medida
en que todo era causa de regocijo
y al unísono sonaban nuestras risas.

Cuando a dúo cantábamos baladas
y mi voz de adolescente
se asemejaba al cloqueo de una gallina,
y prorrumpíamos en carcajadas.
Cuando nos enojábamos por naderías
y la terquedad nos impedía hablarnos
hasta pasadas unas horas
y una vez reconciliados
gozábamos uno del otro
más que nunca, sin medida.

Recuerdo cuando me susurrabas al oído:
"¡Te amo, te amo, te amo, te amo...,
eres mi musa, lo que más ansío!"
Y me mecías en tus brazos,
colmándome de caricias,
y me besabas y a mi vez te besaba
y me entregaba sin reservas,
declarando lo mucho que te amaba
y cuánto significabas en mi vida,
y nuestras almas, en una sola fundidas,
de la crátera del amor bebían.

© María José Rubiera

miércoles, 21 de septiembre de 2011

A solas

Nos amaremos, a solas,
sin rendir cuentas a nadie,
sin testigos indiscretos.
Tú, yo y nuestra historia,
y si acaso las estrellas
que alumbran el vasto cielo.

Consumaremos, a solas,
el sagrado sacramento,
rociando el alma con besos.
A solas:
tú, yo y si acaso la rosa
que en el búcaro reposa.
A solas con el silencio
que acalla el silbo del cierzo.

© María José Rubiera

lunes, 19 de septiembre de 2011

Avatar

Aquella noche estrellada
en que a lo lejos sonaba
el llanto de una guitarra,
me preguntaste: "¿Me amas?"
Y no afirmé ni negué:
me limité a permanecer callada,
pues me asaltaba el temor
de hacerte saber que te amaba.

En este avatar huidizo
que lleva por nombre Vida,
que es capítulo inconcluso
por agotarse la tinta,
tendemos al disimulo,
a encubrir los sentimientos:
alfaguara de emociones
que anega los corazones.

Eludimos la presencia
del sagaz interlocutor
temiendo que, con su agudeza,
acceda a nuestro interior
y nos ausculte la conciencia.
No exponemos la mirada
para evitar que en el iris
consigan leernos el alma.

¿Acaso nos sirve de algo
ocultar nuestras pasiones
tras sibilina coraza...?
¿De qué vale tanto celo
si al más mínimo descuido
se ponen de manifiesto
al emerger en cada gesto,
en cada frase expresada?

© María José Rubiera

viernes, 16 de septiembre de 2011

Fotogramas

A través de una rendija
del polvoriento desván,
penetra un rayo de luna,
proyectando en las paredes
un haz de luces y sombras
y dantescas figulinas.

Siento frío, y tengo miedo:
me asusta la luz mortecina,
me acobarda la penumbra,
¡me hace sentir tan ínfima!
Y me deslizo hasta el suelo
de la mohosa buhardilla.

De entre la oscura maraña
de fotogramas pretéritos
fijados por la memoria,
velados por el olvido
y oxidados por el tiempo,
se hace nítido un recuerdo:

En la opacidad nocturna,
el grito de una lechuza
amedrentaba a la brisa
y a las turgentes marismas...
Y me refugié en tus brazos
cual la niña asustadiza.

© María José Rubiera


lunes, 12 de septiembre de 2011

El violinista

Llegó a  mis oídos,
al crepúsculo,
cuando el velo de las sombras comenzaba
a cubrir de gris el rubí vespertino.

Una voz,
un gemido,
el lamento desgarrado de un violín entristecido,
una melodía expresada en forma de suspiro.

El músico,
el violinista,
me hirió con el metal de su mirada,
hablándome sin hablar... Diciéndome, sin decir palabra:

"Soy vagabundo,
un paria,
tengo por lecho el fulgor de las estrellas
y las arenas del mar por almohada.

Soy libre,
como el viento,
jamás habré de rendirle cuentas a un dueño,
jamás pisotearán mis sentimientos.

Y tú, mujer,
¿qué eres...?
¡Sí, tú, que te apiadas de mi condición de errabundo!
¡Tú, que el alma tienes encarcelada!"

© María José Rubiera

miércoles, 7 de septiembre de 2011

No estés triste, amor mío

No estés triste, amor mío:
Rimaré para ti los versos más preciosos
que imaginar pudieras,
aunque para ello me fuere preciso
seducir a las musas que pululan por el aire
y ponerlas a mi servicio.

No te atribules, amor mío:
Te regalaré besos de todos los colores,
amén de dulces caricias.
Te regalaré el Sol, la Luna y los luceros...
Te regalaré toda mi energía
para que tu corazón brinque de dicha.

No te acongojes, amor mío:
Insuflaré en tu alma el soplo de mi amor
hasta conseguir que se estremezca de gozo...
Piensa en mí, en lo mucho que te adoro.
¿No ves que nada ni nadie logrará separarnos?
¡Nadie, ni la muerte tan siquiera!

Alégrate, amor mío:
¿Sabes? Presiento que en algún universo lejano,
más allá de las conocidas estrellas,
existe un espacio reservado para nosotros,
un lugar donde podremos continuar amándonos,
un mundo donde el tiempo y la distancia no cuentan.

© María José Rubiera

martes, 6 de septiembre de 2011

La sirena ya no canta

La sirena ya no canta...
La sedujo un marinero:
cautiva quedó en sus redes,
apresada en su mirada.

Entre aparejos, varada,
vive sin vivir, muriendo...
La sirena ya no canta,
sino que llora en silencio.

Y las lágrimas vertidas
se adentran en el océano
y el piélago aguamarina
se va tiñendo de negro.

La sirena ya no canta...
Las aguas visten de luto
y la hechizada hechicera
se enfunda el véster de duelo.

© María José Rubiera

sábado, 3 de septiembre de 2011

El sueño de un manantial

Un soñador manantial,
parido por la montaña,
discurre con diligencia
hasta alcanzar la vaguada.
Sueña con desposarse,
sueña unirse a un riachuelo
hialino como el diamante,
límpido como un lucero.

Se desliza con premura
soñando con su objetivo
y en su ensoñación recrea
la transparencia del río.
Sueña que una vez unidos
proseguirán su avatar
hasta lograr alojarse
en el lapislázuli marino.

© María José Rubiera

martes, 30 de agosto de 2011

Amor de adolescencia

Te amé en el albor de la adolescencia
como acostumbra amar la adolescente:
escuchando al corazón, no a la mente,
dejándose llevar por la inconsciencia.

Te amé en el albor de la adolescencia
sin saber que cada acto inconsecuente
grava sobre el porvenir inminente,
siendo urdimbre y trama por consecuencia.

Desoyendo la voz de la consciencia
te amé con el alma, sin artificio...
Te ofrendé la ambrosía de mi esencia.

Desdeñando el clamor de la experiencia
amé de tu cuerpo cada intersticio...
Yo fui el instrumento; tú, la cadencia.

© María José Rubiera

miércoles, 24 de agosto de 2011

Beso a beso

Ven... Acércate, amor mío,
recuéstate en mi regazo
como solías hacerlo,
como gustabas antaño.

Como tenía por costumbre,
te besaré los párpados,
me deslizaré por tus mejillas
hasta llegar a tus labios...

Te haré vibrar, beso a beso,
al unísono con mi cuerpo.
Beso a beso, reavivaremos el fuego
que en apariencia está muerto.

Beso a beso, reviviremos el tiempo
en que tanto nos amamos,
en que todo eran sonrisas,
mimos, caricias, halagos...

© María José Rubiera

domingo, 21 de agosto de 2011

La vereda del amor

Hay una vereda preciosa
que me conduce a tu casa.
Una vereda cubierta
de lirios, jazmín y rosas.

Hay una divina vereda
que me conduce a tu vera.
Una mágica vereda,
donde se abraza la hiedra.

Hay una celeste vereda
que un riachuelo bordea.
Cada noche la recorro
como si fuese a una fiesta.

Porque fiesta es tu mirada.
Fiesta es tu boca golosa
cuando se posa en mis labios,
cuando en mi nuca reposa.

Porque fiesta son tus manos
cuando acarician mis hombros.
Cuando me dices: "Te amo",
un festival son tus ojos.

Fiesta es cuando nos amamos
ocultos entre la niebla
y la brisa se detiene,
celando por si alguien viene.

© María José Rubiera

jueves, 18 de agosto de 2011

Soneto al Tiempo

Tiempo de amar, tiempo de concebir.
Tiempo: fugaz, evasivo, disperso;
cribado en el arel del Universo.
Tiempo de gozar, tiempo de reír...

Tiempo de empezar, de concluir.
Tiempo: relativo, hereje, converso,
piadoso, maligno, anverso, reverso.
Tiempo de vivir, tiempo de morir...

Tiempo de llorar, tiempo de sufrir.
Tiempo: sincopado, lento, inverso,
directo, indirecto en su transcurrir.

Mas, ¿qué es el tiempo y su fluir
dextrógiro, levógiro..., perverso?
¿Es transitoriedad del devenir...?

© María José Rubiera Álvarez

martes, 16 de agosto de 2011

Y, sin embargo...

Eres una penitencia
que los hados me han impuesto...
No quiero ser prendida en tus redes
y, sin embargo..., sí quiero.

No quiero pensar en tus besos
pero, sin embargo..., pienso.
No quiero ser cautiva de tu amor
pero, sin embargo..., lo soy.

Siempre fui un libro cerrado.
Sin embargo..., ahora soy un libro abierto:
sólo tienes que descifrar el texto
para saber lo que siento.

© María José Rubiera

sábado, 13 de agosto de 2011

Búscame...

¡Cómo palpitan tus sienes...!
Me respiras a escondidas,
amparado en el secreto.
¡Imagino lo que sientes...!

¡Se arrebolan mis mejillas...!
El hálito de tu pasión
caldea la habitación.
¡Cómo te late el corazón...!

Dime que me amas...
Dímelo en silencio
para que no puedan oírte,
para preservar lo nuestro.

¿No sabes dónde encontrarme...?
Búscame en la brisa,
búscame en el agua,
búscame en el fuego...,
búscame en el arcoíris
que pende del cielo.

© María José Rubiera

miércoles, 10 de agosto de 2011

En el Libro del Olvido

Hurgué en lo más recóndito
del cofre de los secretos
donde yace la memoria,
y al pronto reapareció tu imagen
tan nítida como agua cristalina,
recordándome aquel pretérito
en que nos amábamos
hasta extenuar el aliento.

Y me asaltó un pensamiento...
Más bien fue un presentimiento
evanescente cual estrella fugaz,
aunque no por ello menos certero.
En aquel preciso instante
te sucedía exactamente lo mismo:
me evocabas en tu recuerdo,
retrocediendo en el tiempo.

La época en que pusiste a prueba mi amor.
Al Amor..., que es como un niño:
evasivo, caprichoso,
arrollador, impetuoso
cual torrente caudaloso.
Luego..., ocurrió lo previsto:
pasamos a ser un escrito
en el Libro del Olvido.

© María José Rubiera

sábado, 6 de agosto de 2011

Porque me puede tu amor...

Ayer me hiciste enfadar...
Hoy me regalaste rosas
y una sonrisa radiante,
y te perdoné al instante.

Me es imposible enfadarme contigo.
quiero enojarme, mas no lo consigo...
Vuelo a tu encuentro cuando me dices: "¡Ven!",
porque me puede tu amor, cariño mío.

Porque te amo en la alegría y en la tristeza,
te amo en la riqueza y en la pobreza...
Porque te adoro de todas las formas,
adoro cuanto silencias y otorgas.

© María José Rubiera