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jueves, 30 de diciembre de 2010

COMIENZO

La caricia que se adivina en el beso,
el furtivo cruce de una mirada,
un susurro que denota embeleso,
el arrebato que trasciende a la nada,
la concisa complicidad de un gesto,
un silencio que se intuye manifiesto.
Silencios, susurros, caricias, besos:
fugaces momentos que atrás se han quedado,
fin de un pretérito que ya suena lejos,
levedad del ser en clave de pasado;
tiempo que perece para renacer,
futuro de un hoy que reemplaza al ayer.

© María José Rubiera

miércoles, 29 de diciembre de 2010

La Dama

Cuando la Dama visite mi morada,
la recibiré sin resistencia alguna,
no titubearé al franquearle la entrada,
permaneceré en calma, cual laguna.
Tomaremos asiento junto al fuego;
al amor de la lumbre, en pleno sosiego,
platicaremos hasta el amanecer
sobre el misterio de lo humano y divino,
de si al fin del vivir, sigue el renacer,
del enigmático fluir del destino.
Después, al anunciarse la alborada,
asida a su manto, me dejaré guiar,
la acompañaré sin tormento, confiada,
a sabiendas que de ella me puedo fiar.
Por fin, la paz habrá de reinar en mi alma;
durante eones, dormirá aletargada,
aguardando el ciclo del samsara
que, indefectible, acudirá a reclamarla.
Cuando la Dama me exija el tributo,
sin objeciones saldaré mi deuda,
no vacilaré tan siquiera un minuto,
no esgrimiré argumento, excusa ni arenga.
Necesario es que la vida desvanezca
para que a su vez la vida enriquezca,
primordial es que la belleza se marchite
para renacer bajo forma nueva,
que en el gélido invierno el prado tirite 
para lucir su esplendor en primavera.

© María José Rubiera 

martes, 21 de diciembre de 2010

Aún no...

Aún no era conveniente claudicar,
todavía no era tiempo de ceder,
se imponía seducir y rechazar,
utilizar sus armas de mujer.
Aún debía simular indiferencia,
no era tiempo de perder el decoro,
no era tiempo de entregar la inocencia
aunque en silencio clamara "te adoro".
Aún no era tiempo de supeditarse;
aunque amar sea el pilar de la existencia,
todavía no era tiempo de entregarse,
aún debía dialogar con su conciencia.
Aún debía salvaguardar el sentido;
aunque de la vida el amor sea esencia,
se precisa lidiar con la libido
que, enajenando, aflora a la consciencia.

© María José Rubiera

viernes, 17 de diciembre de 2010

Me preguntas qué es amor...

Me preguntas qué es amor...
Es éxtasis, es nirvana,
es el néctar de la flor,
la fontana que agua mana.
Es del cáliz el licor,
es claridad meridiana,
culto, devoción, fervor,
una diáfana mañana.
Es nacer, es fenecer,
un lamento de guitarra,
es zozobra, padecer,
el puñal que te desgarra.
Es voz que en desierto clama,
el consumirse en la espera,
es el extravío del alma
yendo en pos de una quimera.


© María José Rubiera

 



martes, 14 de diciembre de 2010

Tu esencia y mi esencia

Algo inquietante me ocurre contigo,
mas no puedo explicarlo, es indefinible;
quizás otrora te haya conocido
y hayamos gozado de amor imposible.
Es como si intuyera que hoy iba a hallarte,
como si mi ser estuviera a la espera;
como si hubieras sido mi baluarte,
mi razón de vivir, mi pasión eterna.
Para mi alma, tu alma no alberga misterio,
sabe lo que piensas, comparte tu sino;
incluso desde el silencio presiento
que aun sin saberlo te sucede lo mismo.
Se han encontrado tu esencia y mi esencia,
a pesar del tiempo se han reconocido;
quizá ambas perciban la mutua presencia,
quizás penen por el mismo delito.

© María José Rubiera

lunes, 13 de diciembre de 2010

Eros

Eros, de intrigas gran hacedor,
manipula a su antojo;
hila, sin atisbo de sonrojo,
la frágil trama del amor.
Caprichoso, cual un niño, 
subyuga el alma ardiente; 
se inmiscuye en el destino 
con subterfugio silente. 
Artesano, gurú, mentor, guía, 
 artimaña que embelesa; 
a quien por amada porfía, 
atribula y enajena. 
Cultiva, sin compasión, 
arrebato y desencuentro; 
dulzura, enredo, pasión, 
dicha, dolor y lamento.

© María José Rubiera  


domingo, 12 de diciembre de 2010

Saudade

Saudade...
Saudade siento de ser lo que fui,
de cuando ignoraba ser un proyecto,
de mi celeste morada...; de la cual huí, 
precipitándome al vacío, al averno. 
Saudade...
Saudade de la elevada Conciencia,
saudade de la libertad del alma,
saudade de la sagrada inocencia,
saudade del acontecer en calma.
Angustia...
Angustia por considerarme rea
de los horrores de un Orbe corrupto,
por ver agostarse la primavera
del primigenio saber absoluto.

© María José Rubiera

jueves, 9 de diciembre de 2010

Jamás me verás llorar

Jamás me verás llorar,
no te lo haré manifiesto,
no sabrás de mi pesar;
si lloro, lo haré en secreto.
Envuelta en la oscuridad,
auxiliándome en mi credo,
sola con mi soledad,
gemiré quedo, muy quedo.
Cuando el Lucero se muestre
en el magno firmamento,
me anunciará el momento
en que he de fingirme alegre.
Cuando la Aurora se anuncie,
pintaré la faz risueña,
impediré que me acucie
el ansia de ser mi dueña.
Nunca me verás llorar, 
no he de hacértelo patente; 
para evitarte gozar, 
no lo mostraré evidente.
 © María José Rubiera

lunes, 6 de diciembre de 2010

Sé que vivirás en mí...

Tu imagen reside en mi pensamiento;
hora tras hora, convives conmigo,
habitas en mí, soy tu alojamiento,
la morada que comparto contigo.
Sitiaste mi aguerrida fortaleza,
permaneciendo cerca, siempre alerta,
maquinando asaltarla por la fuerza
e introducirte por la brecha abierta.
Abatido el muro de contención,
profanaste el santuario de mi mente,
encendiste el cirio de la obsesión
para que perdurara eternamente.
Jamás me libraré de tu presencia,
sé que te mostrarás siempre presente,
sé que serás mi duelo y penitencia,
sé que vivirás en mí hasta la muerte.


© María José Rubiera

jueves, 2 de diciembre de 2010

Tu mirada

Terrible mella hizo en mí tu mirada...
Me miraste, y en tus pupilas meladas
leí, buceé hasta el fondo de tu alma
y me invadió una sensación extraña:
Sentí mezcla de atracción y rechazo;
ansié yacer contigo, acariciarte,
apoyar tu cabeza en mi regazo;
a su vez, algo me instaba a dejarte.
Quise sucumbir, quedarme atrapada 
en la luz de tus pupilas meladas; 
deseé permanecer a tu lado 
y al tiempo huir de ti, distanciarme,
poner tierra de por medio, alejarme
para evitar que me hicieras daño. 
Incomprensible..., abstrusa mixtura 
cabalgando a lomos de amor y repulsa.


© María José Rubiera 
  





miércoles, 1 de diciembre de 2010

Y los sueños, sueños son

La pasada noche soñé
– sin saber bien el porqué –
que me hallaba en alta mar;
las olas, al bambolear,
besaban el malecón
y el sonido, perturbador,
se asemejaba al sacro OM
del profundo meditar;
pero también a el melodiar
de Poseidón y sus siervas
que se mutan en sirenas
y a los marinos seducen
cuando están en alta mar
y a su mansión los conducen
–podría ser la maga Circe
en su eterno salmodiar, 
que a Zeus osa invocar 
para que regrese Ulises–. 
A punto del alba rayar, 
me sorprendió el despertar, 
y aquel sueño pertinaz  
aún me parecía verdad; 
mas, como dijo Calderón 
en aquella obra magistral: 
"Que toda la vida es sueño 
y los sueños, sueños son..."

© María José Rubiera